Leyenda ecológica del Kakuy.

El monte impenetrable guardaba el calor de un verano intenso, muchos árboles se fueron desprendiendo de sus hojas para mantenerse vivos en aquella  sequía extrema.
Los coyuyos retumbaban con descomunal vehemencia y de tanto en tanto una urpila rompía la monotonía sonora.
El verdor sucumbía en el fuego de una hoguera colmada de espinas. A pesar de todo, la vegetación surgía con una competencia feroz por no sucumbir.  
En ese escenario un chañar viejo moría ante los ojos del espíritu sachero. Deseaba ver crecer la dulzura de tierno fruto para alimento de los pájaros. Suplicaba un poco de generosidad para ver nuevamente en sus viejas ramas la sutileza de las aves.
Vasto un instante para que la sabiduría se posara sobre su añoso cuerpo, depositando la vida con una magia misteriosa.tu ciclo se apaga pero en la continuidad del tiempo, tus gajos seguirá latiendo.
Así fue como sobre los troncos casi inútiles de aquellos ancestrales arboles anida al Kakuy, quien con mimetismo espectacular, adorna con un enigmático silencio, los resecos arboles de Santiago del estero.

Texto escrito por Jorge Gustavo Mattje.
Imagen de Jose Luis Navarro (Captura de pantalla del proximo video del kakuy con su pichon de 4 dias de vida.)