Cerrando la jornada de trabajo me fui al descanso,cruzo mi espíritu muchas galaxias para encontrar un mundo distinto, mire y descubrí ante mi una planicie pedregosa totalmente desértica de árboles y vegetación, una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo, un sol estático derretía la atmósfera y me quitaba la respiración.
Un paredón construido por hombres brindaba la escasa sombra y bajo ella estos intercambiaban baratijas, alimentos y agua en un trueque singular, sin bullicio, sin premura demostraban un desgano mortal, ese calor insoportable los comprimía al no ser,en un sueño agónico y perjudicial.
Muy cerca de esos paredones corría de vez en cuando una oleada de liquido oscuro y sucio para desaparecer casi al instante siguiente.
La risa de unos niños llamo mi atención, se habían alejado, en su entretenimiento, un grito de horror impregno el aire.
La manada hambrienta tenia algo para saciarse, eran bestiales ,una mezcla dudosa de reptiles y mamíferos con dientes atroces, gruñaban amenazantes en su mundo inverosímil.
Una naturaleza grotesca, salvaje y oprímente domina ese lugar.
Desperté y en mi ventana cubierta de enredaderas volaba una suave mariposa, simultáneamente llegaba a mi los trinos de un hermoso zorzal.
Texto escrito por Jorge Gustavo Mattje.
Un paredón construido por hombres brindaba la escasa sombra y bajo ella estos intercambiaban baratijas, alimentos y agua en un trueque singular, sin bullicio, sin premura demostraban un desgano mortal, ese calor insoportable los comprimía al no ser,en un sueño agónico y perjudicial.
Muy cerca de esos paredones corría de vez en cuando una oleada de liquido oscuro y sucio para desaparecer casi al instante siguiente.
La risa de unos niños llamo mi atención, se habían alejado, en su entretenimiento, un grito de horror impregno el aire.
La manada hambrienta tenia algo para saciarse, eran bestiales ,una mezcla dudosa de reptiles y mamíferos con dientes atroces, gruñaban amenazantes en su mundo inverosímil.
Una naturaleza grotesca, salvaje y oprímente domina ese lugar.
Desperté y en mi ventana cubierta de enredaderas volaba una suave mariposa, simultáneamente llegaba a mi los trinos de un hermoso zorzal.
Texto escrito por Jorge Gustavo Mattje.
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