Aquellos espíritus naturales más antiguos que el tiempo, en designio futurista permitieron que Santiago viva en sus remansos.
Una visión ecológica concluye en siete letras de agua. Fueron su inspiración aquellos Esteros y en Los Corbalanes recobran significado. Allí todavía hay un refugio donde la garza blanca mira su reflejo, proliferan renacuajos de sapos y ranas, en la hondonada el soco así como la anguila encontraron líquido para hidratar su piel. El totoral extiende sus láminas al sol mientras que patos y ochogos transforman escamas en plumas. Ese ojo de líquido que no va a ningún lado es uno de los escasos esteros que resguardan el nombre de nuestra querida provincia y en Los Corbalanes permanecerá intacto.
Ojala que a pesar de los cambios, del progreso vertiginoso de este pago noble, de las transformaciones urbanistas el nombre no sucumba al olvido, llamándose por siempre Santiago del E S T E R O S.
Texto escrito por Jorge Gustavo Mattje
Imagenes Jose Luis Navarro
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