Perro cabrero.

Cuando nacio lo separaron de la casa. El no era como los demás cachorros. De hecho, su madre siempre había mostrado una especie de predilecciòn por el. Era el más grande, el más fuerte y también el primero en abrir los ojos.
Su madre parecio decirle "cuidá tu vida, yo voy a estar siempre mirando,vas a ser muy importante en esta finca, aunque ahora parezca al revés. Vas a ser alguien."
El hombre lo llevó en sus manos callosas y turbias al lugar que nunca imagino. El corral de las cabras.
De a poco se fue acostumbrando y encariñando con las cabras,salía con ellas y volvía con ellas todos los días. Conocía todos sus senderos y con el tiempo también sus secretos. Aprendío a moverme con soltura entre ellas.
Un día su amo se alejó del rebaño,quedando completamente solo......El perro y las cabras.
En ese momento se dio cuenta que toda la majada dependía de el. Peor aún, que confiaban en el y que por eso ni se inmutaron ante aquella ausencia.
Inquieto, comenzo a caminar entre ellas,llego a caminar largos trechos donde estaban tan despreocupadamente pastando las más jóvenes con sus cabritos. Conocía de sobra la forma de sus patas.
Un dia percibío la silueta parda de un enorme gato que se deslizaba con la sutileza, la rapidez y hasta la belleza de una gota de rocío. Se agazapó tras unas piedras grandes. Las cabras estaban ausentes de la presencia de aquel bicho. El jamás había visto semejante cosa pero desde el interior de su corazón surgió un juicio indeclinable y claro como el destello de un refusilo. Aquel animal no era peligroso; era directamente malo.
Desde la distancia ladro, Ladro, ladro, ladro como un loco y se lanzo a la carrera, barranca abajo, enajenado, furioso. Las cabras corrieron hacia el, buscando protección. Ya lo habían visto y el escondite de aquel animal ya no le era útil.
Salió del escondrijo para perseguir al rebaño, decidido a encontrar una presa, pero se desconcertó al verlo correr directamente hacia él; sin sombra de duda en sus ojos. El no huía, atacaba.
Desnudó unos colmillos tan agudos como blancos y bramó, tuvo miedo, pero continuo corriendo, no sé si porque se sabía responsable de la vida de la majada entera, no sé si porque no podía declinar el orgullo a esas alturas, o porque simplemente la carrera cuesta abajo había alcanzado una inercia tal que ya no podía detenerme.
A medida que acortaba distancias, se daba cuenta de la diferencia de tamaño entre él y el depredador,era notable. Pero ya había ganado el llano y había decidido que no viviría para ver la muerte de las cabras. Y ladro, ladro, ladro como un desquisiado sin control, sin conciencia de la realidad.
La duda ganó la mirada de aquel gato. Fue un instante, pero en él encontro la victoria. La batalla era de el y rugío sin importarle que su gruñido no fuera tan contundente como el de su rival.
Entonces sucedió lo inverosímil. Él depredador dio vuelta sobre sus patas traseras y se dió a la fuga. Pero su furia era tal, que ya no se detuvo y fue tras él. Debía asegurar el terreno.
Un estampido lo detuvo y el puma huyo envuelto en una nube de polvo. Luego otro estallido. Era mi amo.
_ ¡Macho el cabrero, carajo, macho, el perro!

Ahí entendío su vida, sus separaciones, sus dolores, sus soledades, las sonrisas burlonas del hombre, sus ausencias, sus aparentes abandonos. El era ,el cabrero. Eso explicaba todo...

_¡Has saliu, güeno choco! ¡Güeno en serio!

No pudo evitar mover la cola.
No, yo no era una mascota para jugar. Era el cabrero: el centinela, el lider, el mártir, el luchador. Su mamá tenía razón. Era alguien importante, era alguien.