Maria Enriqueta Soria.

A la margen izquierda del rió,sobre el camino real resplandece bajo el sol el caserío de la Villa Jiménez,al otro lado esta Los Corbalanes atestiguando la presencia de los que una vez vivieron alli.en la mocedad de su tiempo, Maria Enriqueta se enamoro de Napoleón.
La belleza deslumbrante de su piel de cristal contrastaba con ese contexto agreste e inhóspito,sin embargo ,el amor de su mancebo la cautivo.
La osadía inconsciente ante el peligro,no evitaba que traspasara a nado las fuertes corrientes del Rio dulce como ofrenda de sus sentimientos.Ella lo esperaba en su propio mundo de telas y retazos,que como buena costurera hilvanaba hasta darle la forma de finos vestidos.
Cuanta delicadeza y modales ,cuanta nostalgia y elegancia en esa dama de campo. El rudo agricultor soñó con sus brazos tiernos , sus ojos claros y para siempre se la llevo.Compañeros inseparables de tristezas ,de alegrías ,concretaron su ilusión.
Perduro el cariño al paso de los años,viejitos el tiempo los encontró. La Mama y Napo resguardaron con recelo la familia a la sombra de su amor.

Texto escrito por Jorge Gustavo Mattje